martes, 31 de diciembre de 2024

LA DANZA COMO REFLEJO DE LA CONDICIÓN HUMANA UNA PERSPECTIVA DESDE LA OBRA DE CURPS SANZ

Por: Trinidad Pacheco Bayona.

En su obra "Historia Universal de la Danza", Curps Sanz nos ofrece una visión profunda y exhaustiva de la danza a lo largo de la historia, desde los pueblos más primitivos de la antigüedad hasta la actualidad. Sin embargo, más allá de la mera descripción de estilos y técnicas, Sanz identifica dos motivaciones principales que han impulsado a la humanidad a danzar a lo largo de los siglos. Estas motivaciones, que se han mantenido constantes a pesar del paso del tiempo y las diferencias culturales, son la búsqueda de expresión motor-ritmo y el logro de un estado estático a través de la danza.

La primera motivación, la búsqueda de expresión motor-ritmo, es una necesidad fundamental de la condición humana. Desde los rituales primitivos hasta las coreografías más complejas de la danza contemporánea, la humanidad ha buscado expresar sus emociones, creencias y experiencias a través del movimiento. La danza ha sido una forma de comunicación, de celebración, de duelo y de conexión con los demás. Ya sea en la danza ritual de los pueblos indígenas, en la danza cortesana del Renacimiento o en la danza de salón del siglo XIX, la búsqueda de expresión motor-ritmo ha sido una constante.

La segunda motivación, el logro de un estado estático a través de la danza, es un aspecto más profundo y espiritual de la condición humana. La danza ha sido una forma de alcanzar un estado de trance, de éxtasis o de conexión con lo divino. En muchas culturas, la danza ha sido una forma de acceder a estados de conciencia alterados, de comunicarse con los espíritus o de alcanzar la iluminación. Ya sea en la danza sufí, (un arte que se basa en la expresión corporal, generalmente acompañada de música, una de las formas de expresión más ancestrales del ser humano y puede tener fines estéticos, de entretenimiento o religiosos) en la danza tibetana o en la danza de los pueblos indígenas de América, el logro de un estado estático a través de la danza ha sido una búsqueda constante.

La obra de Curps Sanz nos muestra que la danza es más que una simple forma de expresión o entretenimiento. Es una forma de conexión con nuestra condición humana, con nuestras emociones, creencias y experiencias. La búsqueda de expresión motor-ritmo y el logro de un estado estático a través de la danza son dos motivaciones principales que han impulsado a la humanidad a danzar a lo largo de la historia. Y es precisamente esta conexión con nuestra condición humana lo que hace que la danza sea una forma de arte tan universal y tan profundamente arraigada en nuestra cultura.

martes, 24 de diciembre de 2024

RECUPEREMOS LAS TRADICIONES DANZARÍAS DE NAVIDAD EN COLOMBIA

Por: Trinidad Pacheco Bayona.

En las noches mágicas de diciembre Colombia solía vibrar al compás de las danzas navideñas un reflejo de nuestra diversidad cultural y el profundo arraigo de las celebraciones comunitarias. Estas expresiones artísticas no eran solo entretenimiento, sino un lenguaje vivo que conectaba generaciones, transmitiendo historias, valores y alegría en cada movimiento. Sin embargo, en los últimos años, hemos sido testigos de una preocupante disminución en estas prácticas. ¿Por qué están desapareciendo nuestras danzas navideñas?

En gran medida la modernización y globalización han tenido un impacto significativo. Las nuevas generaciones, influenciadas por la tecnología y las tendencias globales están perdiendo el interés por las tradiciones locales. Ahora, en lugar de reunirse en las plazas para bailar bambucos, cumbias o joropos alusivos a la Navidad, es más común ver a los jóvenes absortos en sus dispositivos electrónicos o participando en celebraciones desvinculadas de nuestras raíces culturales.

También debemos reconocer que el apoyo institucional a estas manifestaciones ha sido limitado. Las escuelas y casas de cultura, que solían ser semilleros de estas tradiciones, han reducido sus programas culturales en favor de otras prioridades. Sin una enseñanza activa, las danzas navideñas quedan relegadas al olvido.

La comercialización de la Navidad también ha jugado su papel. Las grandes cadenas y los eventos masivos se enfocan en espectáculos modernos y en la promoción del consumo, dejando poco espacio para las representaciones tradicionales que celebraban el nacimiento del Niño Dios a través de coreografías llenas de simbolismo y fe.

¿Qué podemos hacer para evitar que estas danzas desaparezcan por completo? Primero, es fundamental generar conciencia sobre la importancia de preservar nuestras tradiciones como parte de nuestra identidad. Esto implica incluirlas en los programas educativos, incentivando a los niños y jóvenes a aprender y valorar estas expresiones.

Además, las autoridades locales pueden desempeñar un papel clave al promover festivales y concursos de danzas navideñas. Estos eventos no solo revitalizarían las tradiciones, sino que también podrían convertirse en atractivos turísticos, beneficiando a las comunidades.

Finalmente, como ciudadanos debemos asumir la responsabilidad de transmitir estas tradiciones a nuestras familias. Enseñar un paso de cumbia o un ritmo de bambuco navideño en las reuniones decembrinas puede marcar la diferencia entre el olvido y la continuidad.

Las danzas navideñas son más que movimientos, son el alma de nuestra Navidad, un espejo de nuestra historia y una celebración de nuestra diversidad. Recuperarlas es un acto de amor por Colombia y por las generaciones que vendrán. No dejemos que el brillo fugaz de lo moderno apague la luz eterna de nuestras tradiciones.

 

miércoles, 18 de diciembre de 2024

EL ESPACIO DANZADO. UN UNIVERSO EN MOVIMIENTO

Por: Trinidad Pacheco Bayona.

El espacio en su concepción más tradicional, nos remite a la arquitectura, a las artes plásticas, incluso al ámbito acústico, como bien señala Glenn Albrecht. Sin embargo cuando hablamos de danza nos adentramos en una dimensión espacial completamente distinta, una que escapa a las categorizaciones convencionales. La danza no se limita a ser un cuadro en movimiento, una mera animación dentro de un marco preexistente. Su esencia reside en la creación de un espacio propio, efímero y visceral, que emerge del cuerpo y su interacción con el entorno.

Este espacio danzado no es el espacio de la plástica, estático y bidimensional, ni tampoco el del teatro, con su tramoya y escenografía preestablecidas. Es un espacio que se construye a cada instante, moldeado por la energía y la singularidad de los cuerpos en movimiento. Son los bailarines con sus gestos, desplazamientos y relaciones quienes tejen este universo paralelo, un territorio imaginario que cobra vida a través de la acción.

El cuerpo en la danza se convierte en un agente transformador del espacio. No se limita a ocuparlo, sino que lo crea, lo redefine, lo cuestiona. Cada movimiento, cada giro, cada salto, es una pincelada que dibuja nuevas coordenadas, nuevas perspectivas. El espacio danzado es un espacio vivo, dinámico en constante metamorfosis.

En este sentido, la danza despliega un poder de ordenación, concretización y, al mismo tiempo

de cuestionamiento espacial. Ordena el caos potencial del vacío, concretiza una visión, una emoción, una narrativa, a través del lenguaje corporal y cuestiona las nociones preestablecidas del espacio, abriendo nuevas posibilidades de percepción y experiencia.

La verdadera magia de la danza reside en su capacidad de hacer nacer algo diferente un mundo propio a partir de la energía del movimiento. En ese terreno imaginario que se despliega entre los cuerpos, surge una realidad única una que solo existe en el instante de la ejecución, una que se desvanece con el último movimiento dejando una huella imborrable en la memoria.

El espacio danzado, en definitiva, es un espacio de creación pura un universo en constante expansión, donde el cuerpo se convierte en el principal arquitecto, constructor y habitante. Es un espacio que nos invita a sentir, a vibrar, a conectar con lo más profundo de nuestra humanidad, recordándonos que el movimiento es la esencia misma de la vida.

lunes, 9 de diciembre de 2024

EXPRESIÓN DRAMÁTICA Y DANZA FOLCLÓRICA, EL LENGUAJE DEL CUERPO Y LA EMOCIÓN.

Por: Trinidad Pacheco Bayona.

En el arte, el cuerpo humano se convierte en un lienzo lleno de posibilidades expresivas y tanto la expresión dramática como la danza folclórica son manifestaciones poderosas de este lenguaje. Si bien ambas disciplinas pueden parecer distintas a primera vista, comparten una conexión intrínseca: el movimiento como vehículo para contar historias y transmitir emociones. La danza folclórica al igual que la expresión dramática, no solo celebra la tradición, sino que también es un reflejo vivo de la cultura y la identidad de un pueblo.

Desde esta perspectiva, autores como Rudolf Laban y Jacques Lecoq nos brindan herramientas fundamentales para comprender y enriquecer la danza folclórica a través del análisis del movimiento y la expresión. Aunque sus enfoques se desarrollaron en contextos diferentes, sus ideas convergen en la importancia del cuerpo como medio de comunicación artística.

Laban es reconocido como uno de los teóricos más influyentes del movimiento. Su concepto de los "esfuerzos" y su sistema de Labanotación ofrecen una forma de analizar y estructurar los movimientos humanos considerando factores como el espacio, el tiempo y la energía. En la danza folclórica esta perspectiva permite explorar cómo los movimientos tradicionales a menudo transmitidos de generación en generación se relacionan con la intención emocional y la narrativa cultural. Por ejemplo, los pasos enérgicos y amplios de una danza como el joropo reflejan orgullo y vitalidad mientras que los movimientos delicados de una danza andina evocan introspección y conexión con la naturaleza y el entorno social.

Por otro lado, Jacques Lecoq, con su énfasis en el teatro físico, nos enseña que el cuerpo es capaz de expresar toda una gama de emociones y significados sin necesidad de palabras. Su exploración del "juego" y las "máscaras" se alinea con los elementos rituales y dramáticos que a menudo encontramos en la danza folclórica. Muchas danzas tradicionales como la danza de los diablos en Venezuela o los bailes rituales africanos incorporan dramatización para narrar mitos celebrar ciclos agrícolas o representar conflictos sociales. Desde la perspectiva de Lecoq, estas representaciones no son solo coreografías, sino también actos teatrales cargados de simbolismo.

Ambos autores, aunque con métodos distintos, convergen en puntos clave que pueden enriquecer la danza folclórica:

Laban analiza cómo el cuerpo se mueve dentro del espacio, mientras que Lecoq enfatiza cómo el espacio afecta la presencia escénica del intérprete. En la danza folclórica esta relación es evidente en la interacción entre los bailarines y el entorno, ya sea una plaza pública o un escenario teatral.

Tanto Laban como Lecoq subrayan la importancia de la intención detrás del movimiento. Esto resuena en la danza folclórica donde cada gesto y desplazamiento tiene un significado cultural o emocional específico.

Ambos consideran el cuerpo como el principal medio para transmitir historias. En las danzas folclóricas los movimientos no son meros adornos estéticos, sino símbolos de identidad y resistencia cultural.

Uno de los grandes retos en la danza folclórica contemporánea es mantener viva su esencia tradicional mientras se adapta a un mundo en constante cambio. Aquí es donde las teorías de Laban y Lecoq pueden ofrecer una nueva perspectiva. Al integrar el análisis del movimiento y la expresión teatral los coreógrafos y bailarines pueden revitalizar las danzas folclóricas creando interpretaciones que sean fieles a sus raíces, pero que también hablen a las generaciones actuales.

La relación entre la expresión dramática y la danza folclórica nos recuerda que el arte del movimiento no tiene fronteras. Desde las teorías de Laban y Lecoq hasta los zapateos y giros que resuenan en las fiestas populares, el cuerpo humano sigue siendo el lenguaje universal que conecta el pasado con el presente ya las personas con sus culturas.

La danza folclórica no es solo un acto físico, es una narración viva que se encuentra en la expresión dramática un aliado natural. Rudolf Laban y Jacques Lecoq, con sus legados en el estudio del movimiento y la expresión corporal, ofrecen herramientas valiosas para entender y enriquecer esta forma de arte. Así, al mirar hacia las raíces de nuestras danzas también podemos redescubrir la riqueza de la conexión humana que reside en el movimiento.

domingo, 17 de noviembre de 2024

ENCUENTRO ABP CON AGENTES CULTURALES Y EDUCATIVOS EN EL CATATUMBO.

Por: Trinidad Pacheco Bayona. 

En el marco del encuentro con agentes culturales en la región del Catatumbo con agentes culturales y educativos en el municipio de Convención nos encontramos la profesora de artes Luz Aris Mandón Duarte, profesora de artes plásticas Kiara Vanessa Rodríguez España., profesora de artes Nohora Chinchilla Sanguino,  Casa de la Cultura de Convención profesor Andrés Mauricio Torrado de Música tradicional, Yohnjames Sanguino Sanguino profesor de Danza. Del municipio del EL Tarra, profesora de artes Alejandra Carolina Rincón Angarita. 


Se implementó la metodología de Aprendizaje Basado en Problemas (ABP) para explorar dinámicas de resistencia, permanencia y resiliencia en el territorio. Durante las actividades, se recolectaron datos clave sobre las estrategias comunitarias que combinan la ruralidad, la producción, la cultura y el arte como formas de fortalecimiento social. Uno de los aspectos más destacados fue el uso de fincas como espacios alternativos de museos vivientes, donde los participantes pudieron observar, a través de gráficas y relatos, cómo estas comunidades documentan y reflejan su historia, resistencias y prácticas culturales. Este enfoque permitió resignificar el valor de la producción agrícola, los paisajes rurales y las tradiciones como elementos de identidad y resistencia frente a las adversidades sociales y económicas.

El arte se posicionó como un eje transversal del encuentro, no solo como expresión cultural, sino también como una herramienta de transformación y cohesión comunitaria. Las experiencias compartidas evidenciaron cómo la creación artística y cultural contribuyen a generar diálogos y a construir memoria en contextos marcados por el conflicto.
El encuentro concluyó con una valoración positiva del ABP como metodología participativa y reflexiva, resaltando su capacidad para conectar problemáticas reales con soluciones creativas y significativas en el contexto del Catatumbo. La integración de lo rural, lo artístico y lo cultural reafirma el potencial de estas herramientas para promover la sostenibilidad y la permanencia en el territorio.

sábado, 9 de noviembre de 2024

Entre montañas de esperanza y resistencia en el Municipio de Convención

Por: Trinidad Pacheco Bayona

Bajo una mezcla de expectativas y precauciones me encamino hacia el municipio de Convención, en el corazón del Catatumbo. Siento el eco de advertencias sobre el orden público que me han acompañado desde que inicié este trayecto. Mi objetivo sin embargo me mantiene firme, voy en busca de los agentes culturales para realizar el esperado encuentro de Aula Grupal. Este espacio, concebido bajo el programa SINEFAC del Ministerio de Cultura las Artes y los Saberes, busca nutrir la creatividad y el aprendizaje en esta región, enraizando el arte y los saberes colombianos en cada rincón del territorio.

A medida que avanzo por las montañas, respiro profundamente, inhalo el aire fresco del Catatumbo y me concentro en las instrucciones de seguridad. “No fijes la mirada en quienes se cruzan en el camino, quítate el casco al pasar por ciertos lugares, y si te piden parar, simplemente para,” me repito, consciente de que estos códigos son tanto una guía de respeto como una invitación a la cautela. En cada curva la majestuosidad del paisaje me hace sentir pequeño, pero también afortunado de vivir esta experiencia.

Al llegar a Convención una densa atmósfera me recibe. Hay una tensión palpable, una sensación de alerta y vigilancia que impregna el aire y parece adherirse a cada mirada. La comunidad está marcada por recientes sucesos, y aunque todo parece tranquilo, se percibe el peso de una precaución constante.

Al encontrarme con los agentes culturales, sin embargo, un cambio positivo y profundo se abre paso. Sus rostros aun cargados con la realidad de su entorno, reflejan algo que trasciende las circunstancias: un compromiso inquebrantable y una energía que ni las tensiones ni las sombras pueden opacar. Su disposición es un acto de resistencia en sí mismo. A pesar de las dificultades, estos hombres y mujeres están aquí listos para continuar transmitiendo su amor por el arte y su mensaje de esperanza.

Durante el encuentro, conversamos sobre el poder transformador del arte y cómo en contextos difíciles, el Aprendizaje Basado en Problemas (ABP) puede actuar como un refugio, un puente hacia la paz y el entendimiento. Los agentes culturales con sus palabras sinceras y sus voces marcadas por la experiencia, me relatan cómo el arte, en sus múltiples formas, ha servido de bálsamo para sus estudiantes, un canal para expresar lo que muchas veces el silencio de estas montañas no permite decir. En este espacio de creatividad y aprendizaje, el arte se convierte en el lenguaje que todos entienden un lenguaje de resistencia y resiliencia.

A medida que compartimos experiencias algo en mí cambia. Veo el arte como lo que es aquí, más que una expresión, una fuerza de vida. Concluimos el encuentro entre palabras de gratitud y compromiso. Agradezco a los agentes culturales y a la comunidad de Convención que a pesar de las dificultades, nos ha recibido con los brazos abiertos.

Al despedirme y emprender el regreso, me invade una convicción renovada: en este territorio el arte es mucho más que una herramienta pedagógica; es una forma de resistencia y esperanza, una luz que se mantiene encendida aun en los días más oscuros.

martes, 5 de noviembre de 2024

ARTE, BIODIVERSIDAD Y RESISTENCIA EN EL CORAZÓN DEL CATATUMBO

Por: Trinidad Pacheco Bayona.

Profesora Luz Aris Mandón D
Recorrer los municipios de Convención, Hacarí y El Tarra, como parte del programa del Sistema Nacional de Información Artística y Cultural de Colombia (SINEFAC), me ha permitió descubrir la riqueza de sus territorios, no solo en términos de biodiversidad, sino también en la diversidad cultural que florece a menudo en medio de condiciones difíciles. Fue un recorrido inspirador y revelador, donde dialogué con agentes culturales y educativos comprometidos con preservar y revitalizar las manifestaciones artísticas de la región.

Profesor Jonhjames Sanguino
Estos municipios del Catatumbo tienen algo que los hace únicos: sus paisajes naturales rebosantes de vida conviven con una vibrante red de tradiciones y prácticas culturales, guardadas con esmero y transmitidas de generación en generación. Desde las danzas folclóricas hasta la música tradicional, cada encuentro reflejó una profunda conexión entre la cultura y el entorno. Este vínculo se evidencia en cómo los habitantes del Catatumbo han integrado elementos de su biodiversidad en sus expresiones artísticas, creando un lenguaje simbólico que transmite tanto el respeto por su tierra como las complejidades de habitarla.

Profesor Héctor Casadiegos Hacari
Los agentes culturales y educativos de Convención, Hacarí y El Tarra no solo se preocupan por el arte como un recurso estético, sino como un medio de transformación social y personal. En sus palabras y proyectos, se percibe la esperanza de construir un futuro donde las nuevas generaciones comprendan y valoren su entorno natural y cultural. En estos municipios, donde el arte y la educación cultural son vistos como herramientas para la paz, se siembran los valores que resistirán cualquier adversidad.
Montañas del Catatumbo


Para mí, la experiencia ha sido enriquecedora y transformadora. Ver la fuerza y ​​la pasión de estos líderes culturales me inspira a seguir trabajando por un arte que sea accesible, significativo y relevante para todos los territorios de Colombia. Este es el poder del SINEFAC, conectar, visibilizar y aprender de los guardianes culturales y naturales que, día tras día, alimentan la identidad y el orgullo de nuestra nación.

miércoles, 30 de octubre de 2024

OCAÑA, UNA CIUDAD CON POTENCIAL ARTÍSTICA Y EN PAUSA.

Por: Trinidad Pacheco Bayona.
En un país donde las ciudades comienzan a prosperar gracias a programas de estímulos municipales y alianzas con organizaciones culturales, la situación de Ocaña se torna lamentablemente opuesta. Nuestra ciudad sigue atrapada en un ciclo de estancamiento artístico, debido a una falta de visión y planificación que pone en jaque cualquier posibilidad de desarrollo cultural.

La administración municipal, en lugar de ser un catalizador para el arte y la cultura, se ha convertido en un obstáculo. Se cuenta con un Consejo de Cultura, cuyo propósito es asesorar y proponer planes para fortalecer la vida cultural de Ocaña; sin embargo, su falta de convocatoria demuestra la desatención y el desinterés en avanzar con políticas culturales sólidas. Es un órgano que debería ser el núcleo de la vida artística en Ocaña, pero su inacción refleja la falta de liderazgo y de una estrategia que impulse a los artistas y a las comunidades culturales de nuestra región.

A medida que se acercan las festividades de fin de año y los carnavales, reina la incertidumbre en el sector cultural. Muchos recuerdan con desánimo el año pasado, cuando el alcalde convocó a algunos artistas solo para escuchar sus ideas, pero sin ofrecerles el reconocimiento o apoyo debido. La paciencia de nuestra comunidad artística no es infinita y, ante esta falta de compromiso, está comenzando a agotarse.

Es momento de que la administración municipal despierte al potencial cultural de Ocaña. El arte y la cultura no son un lujo, sino una necesidad que fortalece el tejido social y ofrece a los ciudadanos una plataforma de expresión y crecimiento. Nuestra ciudad necesita y merece un renacer cultural; uno donde nuestros artistas sean valorados y apoyados, donde exista una programación coherente y donde los eventos festivos no se limiten a soluciones improvisadas y superficiales.

Ocaña tiene el talento y la creatividad. Ahora, es tarea de la administración brindarle las herramientas y el respaldo necesarios para que florezca.

viernes, 25 de octubre de 2024

LA EXPRESIÓN CORPORAL Y LA DANZA INTERDISCIPLINARIA, UN CAMPO DE CREATIVIDAD Y TRANSFORMACIÓN

Por: Trinidad Pacheco Bayona. 

La expresión corporal y la danza interdisciplinarias han evolucionado en los últimos años para convertirse en un espacio fértil de exploración artística y cultural. Este enfoque innovador no se limita a la danza en su forma tradicional, sino que la conecta con otras disciplinas como la música, el teatro, la pintura, la literatura y la tecnología. Esta fusión de lenguajes artísticos enriquece las posibilidades de la danza, permitiendo a los artistas experimentar con nuevas formas, estructuras y creando experiencia. En el corazón de esta transformación se encuentra la búsqueda de una conexión más intensa entre el cuerpo, el espacio y la tecnología, al igual que con otros elementos de la cultura visual y sonora. La danza interdisciplinaria permite que el cuerpo sea un vehículo expresivo que absorba y proyecte la influencia de múltiples disciplinas, produciendo un lenguaje único y enriquecido. Los artistas de este campo combinan, por ejemplo, la teatralidad y el dramatismo del teatro con el dinamismo del movimiento corporal; integran la pintura a través de instalaciones visuales, proyectadas o en tiempo real, que interactúan con los bailarines; o incorporan elementos literarios para contar historias o comunicar emociones profundas. La tecnología juega un papel crucial en esta transformación, y su incorporación ha abierto un sinfín de opciones creativas. Desde proyecciones visuales que dialogan con el movimiento corporal hasta el uso de sensores que capturan el ritmo y la intensidad del baile en tiempo real, la tecnología en la danza interdisciplinaria redefine el espacio escénico y permite interacciones hasta hace poco inimaginables. Por ejemplo, en algunas producciones los bailarines pueden "pintar" el escenario a medida que se mueven, con sensores de movimiento que generan formas, luces y colores que acompañan la danza, ampliando la experiencia sensorial para el espectador. El trabajo colaborativo entre bailarines, coreógrafos, músicos, actores, pintores, escritores y tecnólogos fomenta la creación de obras que no solo capturan la atención, sino que también estimulan una respuesta emocional profunda en la audiencia. Estas experiencias integradas no solo entretienen, sino que también pueden reflejar temas sociales, políticos y culturales. La interdisciplinariedad permite que la danza contemporánea aborde temas como la identidad, el cambio climático, la migración y la desigualdad social, usando el cuerpo y el escenario. Además, la naturaleza dinámica de la danza interdisciplinaria hace que se mezcle profundamente con audiencias diversas y fomenta una participación activa y conectada consciente. Las experiencias escénicas interdisciplinarias suelen estimular la imaginación y la sensibilidad del espectador, invitándolos a sumergirse en el entorno creado y encontrar su propio significado en la obra. Al romper las fronteras tradicionales, estas creaciones se vuelven accesibles para públicos de todas las edades y contextos, promoviendo una apreciación artística. En definitiva, la danza interdisciplinaria representa un espacio innovador y vibrante que amplía los horizontes de la expresión artística y nos recuerda el poder transformador del arte en todas sus formas. A medida que los artistas siguen experimentando y explorando, este campo para continuar evolucionando, creando obras que no solo desafían las percepciones tradicionales, sino que también nos invitan a reflexionar, a emocionarnos ya conectarnos con los demás y con nuestro entorno de manera fantástica

miércoles, 9 de octubre de 2024

Lo Inconsciente en la Creación Coreográfica de las Danzas Folclóricas en Colombia: Casos de Estudio

Por: Trinidad Pacheco Bayona.

Las danzas folclóricas de Colombia son un reflejo profundo de la identidad cultural del país, una fusión de influencias indígenas, africanas y europeas que se han entrelazado a lo largo de los siglos. Sin embargo, más allá de ser solo una manifestación cultural, estas danzas son también un medio a través del cual los bailarines y coreógrafos canalizan elementos inconscientes: memorias colectivas, emociones profundas y vivencias que trascienden lo racional. La creación coreográfica dentro de este contexto se convierte en un espacio en el que lo inconsciente aflora, tejiéndose a través de la tradición y la expresión corporal.

A través del análisis de casos específicos en distintas regiones de Colombia, se puede observar cómo lo inconsciente juega un papel fundamental en la formación de las danzas folclóricas, transformando el cuerpo en un vehículo de expresión simbólica y emocional que conecta al individuo con la danza

La danza folclórica en Colombia, aunque está estructurada en coreografías tradicionales, no puede ser reducida solo a una serie de movimientos preestablecidos. La conexión entre el bailarín y las emociones, historias y símbolos colectivos que representan estas danzas es fundamental. Estas expresiones, muchas veces emergen de capas inconscientes de la psique que resuenan con la memoria cultural de generaciones pasadas.

En muchas comunidades la danza no es vista solo como entretenimiento, sino como una forma de conexión con lo ancestral lo espiritual y lo emocional. Las emociones que no se expresan de manera directa a través del lenguaje se manifiestan en el cuerpo en movimiento, lo que sugiere que al igual que en otras formas de creación artística lo inconsciente juega un papel crucial en la creación.

Uno de los ejemplos más representativos de la danza folclórica colombiana es la cumbia. El uso de velas en la coreografía tradicional llevadas por las mujeres, no solo tiene una función estética, sino que también simboliza una conexión con lo ancestral y espiritual. Esta imagen evoca una danza primitiva una conexión con la naturaleza y los elementos que emergen desde lo inconsciente colectivo. Los movimientos circulares y las posturas bajas característicos de la cumbia, recuerdan ceremonias antiguas en las que lo místico y lo emocional eran una parte integral del ritual.

Los coreógrafos que trabajan con la cumbia no solo buscan recrear una forma "correcta" de la danza, sino que muchas veces animan a los bailarines a conectarse con sus raíces y emociones más profundas dejando que los movimientos fluyan de manera natural, guiados por una memoria colectiva que muchas veces opera a nivel inconsciente. En este proceso los bailarines se convierten en portadores de una historia que se transmite no solo a través de la técnica sino a través de la energía.

La coreografía del Bambuco evoca sentimientos de nostalgia, amor y anhelo, emociones que, aunque no siempre son expresadas de manera consciente por los bailarines emergen en cada gesto. El uso de pañuelos, los movimientos suaves de las piernas y los giros pausados ​​son reflejo de una introspección y conexión con las montañas y la naturaleza que los rodea. Esta introspección tiene raíces inconscientes donde el paisaje, las tradiciones y los rituales religiosos de la región andina moldean el cuerpo y la danza.

El Bambuco también se ha vinculado a las emociones inconscientes asociadas con el sentido de pertenencia y el amor por la patria. En los momentos de celebración o resistencia política, la danza del Bambuco ha servido como un medio para expresar los sentimientos de identidad nacional, sin necesidad de que estos sean articulados de manera racional. La repetición de ciertos patrones de movimiento, transmitidas de generación en generación, mantiene viva esa conexión emocional inconsciente con la historia y la geografía.

El Sanjuanero, al igual que otras danzas tradicionales es una expresión de lo colectivo y lo inconsciente emerge cuando los bailarines interpretan estos movimientos no solo como pasos técnicos, sino como una forma de canalizar sus emociones y sentimientos de pertenencia. La alegría que se siente en la danza es un reflejo de un orgullo regional que muchas veces no se expresa verbalmente pero que está profundamente arraigado en el inconsciente colectivo de los habitantes del Huila.

La coreografía del mapalé, a pesar de tener una estructura repetitiva, permite a los bailarines expresar emociones intensas que a menudo no pueden ser verbalizadas. La fuerza física y el ritmo incesante de la danza evocan estados de trance en los que los bailarines parecen perder la noción de lo racional y se entregan a un impulso primitivo, guiado por el inconsciente. Los movimientos del cuerpo en esta danza, no responden a una lógica preestablecida, sino a una energía que fluye desde lo más profundo, recordando la lucha por la supervivencia y la libertad. Si bien muchas danzas folclóricas colombianas tienen estructuras coreográficas tradicionales, en varias de ellas la improvisación juega un papel esencial en la manifestación de lo inconsciente.

La danza folclórica en Colombia es más que un conjunto de coreografías tradicionales. Es una manifestación del inconsciente colectivo una forma en la que emociones historias y memorias que no pueden ser articuladas de manera consciente encuentran una vía de expresión a través del movimiento. A través de casos como la cumbia, el Sanjuanero huilense, se puede ver cómo lo inconsciente emerge no solo en la creación coreográfica, sino en la ejecución misma

En última instancia la danza folclórica colombiana es una celebración del cuerpo y del espíritu, un espacio donde lo racional y lo irracional se encuentran, permitiendo que lo más profundo de la identidad individual y colectiva se manifieste.

domingo, 29 de septiembre de 2024

LA DANZA EN PELIGRO, UN DIAGNÓSTICO PREOCUPANTE EN OCAÑA

Por: Trinidad Pacheco Bayona.

En Colombia, la danza tradicional es un patrimonio cultural que refleja la identidad y riqueza de nuestras regiones. Sin embargo, al asistir a los festivales en instituciones educativas y organizaciones culturales, me he encontrado con un panorama alarmante. La falta de formación y estudio en coreografía y ejecución de la danza está poniendo en riesgo la autenticidad y esencia de nuestras danzas tradicionales.

En Ocaña específicamente, he presenciado errores graves en las puestas en escena. La investigación, la indagación y el estudio son fundamentales para rescatar y preservar nuestra herencia cultural, pero parecen ser conceptos olvidados. Los mal llamados “coreógrafos”, (Del Griego "choros" ósea danza y "graphein" que es escribir) que no han estudiado el diseño y dirección de la creación de movimientos y secuencias de danza, están poniendo en escena danzas que carecen de rigor y autenticidad.

Este diagnóstico es terrible, no solo por la falta de técnica y conocimiento, sino también por la pérdida de nuestra identidad cultural. La danza tradicional no es solo un espectáculo, es un legado que nos conecta con nuestras raíces y nuestra historia.

Es hora de reflexionar sobre la importancia de la formación y el estudio en danza. Los directores y coreógrafos deben asumir su responsabilidad y compromiso con la preservación de nuestra cultura. Las instituciones educativas y culturales deben apoyar y promover la formación de profesionales en danza.

La danza tradicional colombiana merece ser respetada y preservada. No podemos permitir que la falta de estudio y rigor la convierta en un espectáculo sin alma ni esencia. Es momento de actuar y proteger nuestro patrimonio cultural.

¿Qué acciones se pueden tomar para mejorar esta situación?

Fomentar la investigación y documentación de danzas tradicionales del territorio.

Establecer estándares de calidad en las puestas en escena.

Estudiar metodología y pedagogía de la danza.

La danza tradicional colombiana es un tesoro que debemos proteger. No podemos permitir que se pierda en la ignorancia y la falta de estudio de los que hacen montajes para la danza tradicional.

miércoles, 25 de septiembre de 2024

LA DANZA, MÁS ALLÁ DEL CUERPO

Por: Trinidad Pacheco Bayona

La danza es una de las formas más puras de expresión  artística, pero a menudo se encuentra en una encrucijada que la distingue de otras disciplinas. Si bien todas las artes requieren pasión y entrega, la danza enfrenta un desafío único: su conexión intrínseca con el cuerpo. Aquí, la forma física no solo importa; se convierte en el vehículo fundamental a través del cual se canalizan las emociones.

Cuando un bailarín sube al escenario, no hay espacio para la fatiga ni para el dolor. Cada movimiento es una conversación sin palabras, una narrativa que se teje con cada paso y cada giro. La pasión, la rabia, la tristeza y la melancolía son los hilos invisibles que unen al artista con su audiencia. Sin embargo, transmitir estos sentimientos con autenticidad mientras se enfrenta a las limitaciones físicas del cuerpo es un acto casi sobrehumano.

Es en este cruce de emociones y resistencia donde reside la verdadera belleza de la danza. A menudo, el público no es consciente de las horas de ensayo, de las lesiones que se superan y del sacrificio personal que implica cada presentación. Para el bailarín, la tarea de transmitir emociones profundas se convierte en un desafío desgastante. ¿Cómo se puede entregar una parte del alma sin desmoronarse? Esa es la pregunta que muchos artistas enfrentan en su día a día.

Por ello, es esencial sensibilizar a quienes apoyan y disfrutan de la danza. Valorar no solo la estética del movimiento, sino también el esfuerzo y la vulnerabilidad que conlleva. Comprender que cada actuación es el resultado de un trabajo arduo y, a menudo, de sacrificios personales. Cada bailarín que se presenta en el escenario lleva consigo no solo su técnica, sino también su historia, sus luchas y su deseo de conectar con el público.

La danza es un arte que más allá de lo físico, nos invita a explorar lo que significa ser humano. Cada espectáculo es una oportunidad para experimentar el rango completo de emociones y cada bailarín es un narrador que nos invita a compartir su viaje. Es tiempo de reconocer y honrar el profundo desgaste emocional y físico que implica ser un artista de la danza. Porque al final en cada giro, en cada salto, hay una parte de su ser que queda expuesta y por ende hay una parte de nosotros que también se ve tocada.

Así que la próxima vez que veas a un bailarín en el escenario recuerda: no solo estás presenciando una actuación, estás siendo testigo de una historia de pasión, dolor y una entrega que va mucho más allá de lo que el cuerpo puede mostrar.

viernes, 13 de septiembre de 2024

PRINCIPIOS PARA LA SEMIÓTICA SEGÚN NATALIA OLLORA TRIANA

Por: Trinidad Pacheco Bayona

La danza es un lenguaje universal que trasciende las barreras del idioma hablado, y como cualquier sistema de comunicación, se basa en la transmisión de significados. En su documento "La comunicación en la danza. Principios para la semiótica", Natalia Ollora Triana se adentra en este fascinante campo para explorar cómo la danza constituye un sistema de signos que comunica y genera significado. Su investigación se enfoca en entender y analizar los elementos que, desde la semiótica, intervienen en este proceso ofreciendo una nueva perspectiva para comprender mejor las creaciones coreográficas.

Ollora Triana parte de la premisa de que la danza como cualquier otro lenguaje artístico, está compuesta por un sistema específico de signos. Estos signos. los movimientos, gestos, posturas y la relación del cuerpo con el espacio y el tiempo constituyen los elementos que forman la base de la significación en las creaciones coreográficas. Al igual que en otros sistemas de comunicación, estos signos no tienen un significado único o fijo, sino que se interpretan en función de su contexto, de la historia que narra la obra y de la experiencia del espectador.

Uno de los grandes aportes de la investigación de Ollora Triana es su énfasis en cómo estos signos no son estáticos, sino que se transforman dependiendo del estilo coreográfico y del paradigma de creación de cada pieza. El movimiento de una mano, por ejemplo, puede transmitir ternura o dolor, dependiendo de la coreografía, el contexto visual y sonoro, y la intensidad con la que se ejecuta. Esta versatilidad en la interpretación hace que la danza sea un lenguaje increíblemente rico y dinámico.

La investigación de Ollora Triana detalla los distintos elementos que contribuyen al significado general de una obra de danza. Estos elementos incluyen no solo los movimientos corporales en sí mismos, sino también aspectos como el uso del espacio, la temporalidad, la música, la iluminación y el vestuario. Cada uno de estos factores puede ser visto como un signo que interviene en el proceso de significación, aportando matices a la narrativa global que busca comunicar una coreografía.

Al analizar estos elementos en conjunto, Ollora Triana propone una visión integral de la danza como un arte multisensorial, en el que cada componente juega un papel crucial para la construcción del mensaje. Esto permite a los coreógrafos y bailarines crear capas de significados que interactúan entre sí, brindando a los espectadores múltiples niveles de interpretación.

Uno de los aspectos más interesantes que aborda Ollora Triana es cómo el análisis semiótico de estos elementos puede ayudar a definir el estilo o paradigma de creación de una obra de danza. Cada coreografía se inscribe dentro de un conjunto de convenciones, reglas o estructuras que responden a una estética, una cultura o una visión del mundo particular. Identificar estos patrones permite a los analistas y a los mismos creadores comprender mejor las decisiones artísticas que se toman durante el proceso creativo y cómo estas decisiones generan sentido dentro de la obra.

Por ejemplo, en una obra de danza contemporánea, los movimientos abstractos y la ruptura con la simetría tradicional pueden ser interpretados como una forma de expresar las tensiones de la modernidad o la complejidad de las emociones humanas. En contraste, una pieza de ballet clásico utiliza un sistema de signos mucho más codificado, donde cada gesto tiene una significación clara y preestablecida dentro del repertorio de ese estilo.

El documento de Ollora Triana subraya la importancia de utilizar herramientas de análisis semiótico para comprender los procesos de comunicación que tienen lugar en las representaciones de danza. Al observar las coreografías como sistemas de signos, es posible desentrañar los mecanismos que los coreógrafos emplean para comunicar ideas, emociones e historias. Además, esta aproximación permite a los intérpretes y espectadores entender de manera más profunda los diversos procesos de significación que ocurren durante una representación.

El conocimiento de los signos de la danza no solo enriquece la interpretación de una pieza, sino que también ofrece a los coreógrafos un marco teórico que puede guiar la creación de nuevas obras. La semiótica, en este sentido, se convierte en una herramienta esencial para cualquier creador que desee explorar las múltiples posibilidades del cuerpo en movimiento como medio de expresión.

En su investigación, Natalia Ollora Triana ofrece una profunda exploración sobre la comunicación en la danza y cómo esta puede ser comprendida a través de la semiótica. Al desglosar los elementos que constituyen el sistema de signos de la danza, su análisis abre una ventana para observar cómo estos signos construyen significados complejos en las creaciones coreográficas.

Además, Ollora Triana destaca la relevancia de entender y analizar los procesos de significación en la danza, no solo como una forma de apreciar más plenamente las obras, sino también como una manera de empoderar a los creadores en su proceso artístico. Su trabajo es un recordatorio de que la danza es mucho más que una secuencia de movimientos: es un lenguaje cargado de simbolismo y significado, donde cada gesto, cada pausa y cada desplazamiento tiene algo que decir.

Así, la investigación de Ollora Triana se presenta como una valiosa contribución para el estudio de la danza y su comunicación, ofreciendo nuevas formas de analizar y comprender este arte en su complejidad. Al integrar la semiótica en el análisis de la danza, su obra nos invita a repensar la danza como un lenguaje potente que comunica ideas y emociones de maneras únicas y profundamente significativas.


martes, 10 de septiembre de 2024

Reflexiones para Directores de Danza a partir de Susan Leigh Foster, La Importancia del Cuerpo Danzado

Por: Trinidad Pacheco Bayona

El cuerpo en movimiento ha sido objeto de múltiples reflexiones y análisis a lo largo de la historia de la danza. Sin embargo, pocos han logrado profundizar en sus complejidades de manera tan aguda como Susan Leigh Foster una de las voces más importantes en la investigación del cuerpo danzado. En su ensayo "Cuerpos de danza", incluido en Incorporaciones (1992), y en su libro Corporealities. Dancing Knowledge, Culture and Power (1996), Foster ofrece una mirada reveladora que invita a directores, coreógrafos y pedagogos a reexaminar sus concepciones sobre el cuerpo en la danza, no solo como instrumento técnico, sino como un sitio de cultura, poder y conocimiento.

Foster subraya una idea central que todo director de danza debería tener presente: el cuerpo no es un mero vehículo que ejecuta movimientos preestablecidos, sino un ente que produce significado cultural. A través del movimiento, el cuerpo proyecta una narrativa que está profundamente enraizada en la historia personal del bailarín, su contexto social y las estructuras de poder a las que pertenece. Por ello, es crucial que los directores de danza adopten una perspectiva crítica sobre cómo las coreografías que diseñan o enseñan moldean y reflejan estas realidades.

En "Cuerpos de danza", Foster explora la noción de que los cuerpos en movimiento siempre están "inscritos" con marcas de género, raza y clase. Cada acción, cada gesto, lleva consigo una carga simbólica que no es neutra. Esto plantea un desafío para los directores de danza: ¿Cómo diseñar una coreografía que no perpetúe estereotipos de poder o invisibilice ciertas corporalidades? La danza, en este sentido, se convierte en una plataforma para cuestionar y reconfigurar las jerarquías sociales. Los directores deben ser conscientes de que, al elegir ciertos cuerpos, ciertos movimientos o ciertas estéticas, están validando o cuestionando esas inscripciones.

Además, Foster insiste en que la relación entre el cuerpo y el espacio también es un aspecto clave en la creación coreográfica. El cuerpo no se mueve en el vacío; siempre está interactuando con un entorno que lo condiciona y que, a su vez, él transforma. Un director de danza debe tener en cuenta cómo el espacio escénico refuerza o desafía las dinámicas de poder. ¿Qué cuerpos son más visibles? ¿Qué cuerpos se relegan a los márgenes? Este tipo de preguntas deben estar en el centro del proceso creativo.

Otro aspecto fundamental que aborda Foster es el cuerpo como generador de conocimiento. En la tradición occidental, el cuerpo ha sido históricamente visto como separado del intelecto, subordinado a la mente. No obstante, Foster reivindica la idea de que el cuerpo danzante es un productor activo de conocimiento, capaz de generar formas de saber que no se expresan mediante palabras, sino a través del movimiento. Esto implica que los directores de danza no deben tratar al bailarín simplemente como un ejecutante que sigue órdenes, sino como un colaborador que aporta su propia experiencia corporal y su propia inteligencia kinestésica al proceso creativo.

De la misma forma, el cuerpo danzado no solo refleja la cultura, sino que también la produce. Las decisiones coreográficas de un director influyen en la manera en que el público y los propios bailarines perciben y entienden el cuerpo. Por lo tanto, los directores deben asumir una posición de responsabilidad y autoconciencia, entendiendo que la danza no es un arte exento de implicaciones culturales y políticas.

En Corporealities, Foster expande esta idea al explorar cómo el cuerpo en movimiento está imbuido de poder. El cuerpo, al ser entrenado, modelado y disciplinado en la danza, está sujeto a normas y estructuras sociales que, en ocasiones, pueden perpetuar sistemas de opresión. Foster nos invita a repensar el entrenamiento en danza, que a menudo busca una uniformidad de técnica y estética, y reflexionar sobre si esta uniformidad no está silenciando ciertas voces corporales. Un director de danza debe cuestionarse: ¿Qué cuerpos son privilegiados en mis clases o en mis producciones? ¿Qué ideas sobre el cuerpo y el movimiento estoy perpetuando?

En resumen, el trabajo de Susan Leigh Foster nos recuerda que el cuerpo danzado es un campo de batalla simbólico donde se juegan relaciones de poder, cultura y saber. Para los directores de danza, esta comprensión es crucial. No se trata simplemente de crear belleza o espectáculo, sino de ser conscientes del potencial transformador de la danza. A través del movimiento, se pueden desafiar estructuras de opresión, reivindicar corporalidades diversas y generar nuevas formas de conocimiento.

Como directores, es nuestra responsabilidad no solo enseñar técnica, sino también crear espacios donde los cuerpos puedan expresar su historia, su identidad y su poder. Foster nos llama a una reflexión crítica sobre el papel de la danza en la sociedad y nos insta a ser agentes de cambio, utilizando el cuerpo danzado como una herramienta para cuestionar y reimaginar el mundo en el que vivimos.

La danza, en este sentido, es mucho más que un arte; es un acto político y cultural profundamente significativo.

martes, 3 de septiembre de 2024

LA ANTROPOSOFÍA Y LA REVALORIZACIÓN DEL CUERPO EN LA DANZA. UN VIAJE DE AUTOCONOCIMIENTO A TRAVÉS DE LA EURITMIA.

Por: Trinidad Pacheco Bayona.

En un mundo donde la superficialidad y el utilitarismo parecen regir muchos aspectos de nuestra vida diaria, la Antroposofía emerge como un faro de profundidad espiritual y autoconocimiento. Fundada por Rudolf Steiner en el siglo XX, este movimiento filosófico-espiritual nos invita a mirar más allá de lo visible y a conectar con lo que realmente somos: seres con una dimensión espiritual, emocional e intelectual que debe ser cultivada en su totalidad.

Dentro de este marco, la Euritmia, una disciplina artística nacida del seno de la Antroposofía, se presenta no solo como una forma de arte, sino como un medio para explorar y expresar la esencia humana. Desarrollada por Steiner y Marie von Sivers en la década de 1920, la Euritmia ofrece una nueva manera de entender la danza y el movimiento corporal, no como una simple coreografía para el entretenimiento, sino como una herramienta sagrada para la conexión interior y la expresión de la música y la poesía a través del cuerpo.

La positiva valoración del cuerpo en la danza, concepto que se alinea profundamente con los principios antroposóficos, propone una visión del cuerpo como un instrumento valioso y sagrado. En esta perspectiva, el cuerpo no es un objeto al servicio de la mente o un vehículo para la satisfacción de deseos superficiales. Es, en cambio, un medio para acceder a nuestro ser más profundo para explorar y expresar nuestras emociones y nuestra espiritualidad.

La Euritmia, en su esencia, busca desarrollar una conciencia corporal que permita una expresión auténtica y armónica. A través de movimientos precisos, que reflejan las cualidades internas de la música y el lenguaje, esta disciplina enseña a los practicantes a habitar plenamente su cuerpo y a ser conscientes de cada sensación y movimiento. Esta conciencia corporal es fundamental para estar presente en el momento para sentir la vida que fluye a través de nosotros y para expresar nuestras emociones de una manera genuina y profunda.

Además, la Euritmia fomenta la integración del cuerpo, la mente y el espíritu. En un mundo donde a menudo nos sentimos desconectados de nosotros mismos, esta disciplina nos recuerda la importancia de la unidad interna. Al armonizar estas tres dimensiones, logramos una expresión más auténtica, que no solo comunica lo que somos a nivel exterior, sino que también refleja nuestra esencia interior.

Este enfoque nos invita a ver la danza desde una perspectiva diferente. No se trata solo de movimientos técnicos o de belleza estética, sino de un acto creativo y profundamente espiritual. La creatividad en este contexto, no es simplemente la capacidad de inventar nuevos movimientos, sino la facultad de explorar nuevas formas de ser y de expresarnos, de conectar con nuestro yo más profundo y de manifestarlo en el mundo a través del cuerpo.

La Antroposofía y la Euritmia nos ofrecen una visión renovada y profunda de la danza y del cuerpo. Nos invitan a revalorar el cuerpo no como un mero objeto, sino como un instrumento sagrado de expresión y autoconocimiento. En un tiempo donde tantas voces nos empujan hacia la superficialidad, estas enseñanzas nos recuerdan que, al conectar con nuestro cuerpo y valorar su capacidad expresiva, estamos en realidad conectando con nuestra esencia más pura, con nuestra verdadera humanidad.

 





jueves, 29 de agosto de 2024

COMO SE PIENSA EL ESPACIO EN LA DANZA.

Por: Trinidad Pacheco Bayona. 
Pensar el espacio en la danza no es una tarea sencilla ni automática; es una labor que exige una profunda reflexión y una aguda sensibilidad por parte de quienes se aventuran en el arte de la coreografía. El espacio, lejos de ser una mera superficie sobre la que se desplazan los cuerpos, es un elemento activo cargado de posibilidades expresivas. Es un lienzo en blanco que, con cada paso, giro y extensión, se va llenando de significados, emociones y narrativas. En este sentido los coreógrafos asumen un reto fascinante: concebir el espacio no solo como un lugar físico, sino como un recurso que puede ser manipulado, transformado y en última instancia cargado de contenido artístico.

La concepción del espacio en la danza implica pensar en múltiples dimensiones. No se trata únicamente de la disposición de los bailarines en el escenario, sino de cómo esa disposición puede transmitir una idea, una emoción o una historia. Los coreógrafos deben considerar el uso de diferentes niveles bajo, medio, alto, lo que puede añadir una capa de significado al movimiento. Un bailarín que se desplaza a ras del suelo puede sugerir vulnerabilidad, mientras que otro que se eleva sobre sus compañeros puede evocar poder o trascendencia. Este juego de niveles no es casual; cada decisión espacial contribuye a la narrativa que se quiere contar.

Además, el espacio se piensa en términos de direcciones hacia adelante, atrás, en diagonal, que también tienen un peso simbólico. Un movimiento hacia adelante puede simbolizar avance, decisión o enfrentamiento, mientras que uno hacia atrás puede sugerir retraimiento, miedo o retrospección. Las diagonales con su carácter ambiguo, suelen utilizarse para expresar complejidad, tensión o conflicto interno. En este contexto, la coreografía se convierte en una especie de arquitectura en movimiento, donde los cuerpos trazan líneas invisibles que construyen un espacio emocional y narrativo.

Otro aspecto crucial es la proximidad o distancia entre los bailarines. La cercanía puede expresar intimidad, conexión o incluso confrontación, mientras que la distancia puede representar aislamiento, independencia o desapego. Estas relaciones espaciales no solo afectan la dinámica entre los bailarines, sino que también influyen en la percepción del espectador. Un grupo compacto de bailarines puede generar una sensación de unidad o de asfixia, dependiendo de la intención, mientras que un solo bailarín en un vasto escenario vacío puede provocar una sensación de soledad o vulnerabilidad.

La relación de los bailarines con los límites del escenario es otra decisión cuidadosamente considerada. Un bailarín que se acerca al borde del escenario puede transmitir un sentido de límite o peligro, mientras que uno que se mantiene en el centro puede evocar estabilidad o centralidad en la narrativa. Los bordes del espacio escénico no son barreras infranqueables, sino puntos de tensión y posibilidad que los coreógrafos pueden explorar para enriquecer su obra.

En última instancia, el espacio en la danza es un lienzo en el que el coreógrafo dibuja con cuerpos en movimiento. Cada línea, cada figura y cada vacío en ese lienzo cuenta una historia, expresa una emoción o comunica una idea. Los grandes coreógrafos son aquellos que no solo dominan el arte del movimiento, sino que también entienden cómo el espacio puede ser esculpido y moldeado para servir a su visión artística. En sus manos, el espacio deja de ser un mero contenedor de la danza para convertirse en un protagonista más de la obra un elemento que vive, respira y siente junto con los bailarines. Pensar el espacio, es pensar la danza misma, en su capacidad infinita de crear y transformar realidades a través del movimiento.




lunes, 26 de agosto de 2024

¿CÓMO SE VIVE EL ESPACIO EN LA DANZA, CÓMO SE PIENSA, CÓMO SE ESTRUCTURA, CÓMO SE (RE)-PRESENTA EL ESPACIO EN LA DANZA?

Por: Trinidad Pacheco Bayona.

El espacio en la danza es uno de los elementos más vitales y a la vez más fascinantes de explorar. No importa cuán diversas sean las definiciones de danza, siempre encontramos tres elementos esenciales que la constituyen: el cuerpo humano, su movimiento y el espacio. El espacio como marco y compañero inseparable del cuerpo en movimiento no solo se vive y se percibe, sino que también se piensa, se estructura y se representa de maneras que pueden ser tan variadas como las mismas expresiones dancísticas.

Cómo se vive el espacio en la danza.

Para un bailarín el espacio no es simplemente el escenario o la sala de ensayo donde se desplaza. Es un entorno dinámico, un campo de posibilidades que se experimenta y se siente a través del movimiento. Cada giro, cada salto y cada extensión del brazo transforma el espacio dándole nuevas dimensiones y significados. La relación del cuerpo con el espacio es intrínseca: el espacio invita al movimiento y a su vez, el movimiento lo moldea y lo define. El bailarín siente el espacio a través de su cuerpo, interactúa con él, lo conquista y a veces lo desafía. El espacio no es un vacío que se llena con el cuerpo; es un componente activo que cobra vida a través del movimiento.

Cómo se piensa el espacio en la danza.

Pensar el espacio en la danza implica una profunda reflexión sobre cómo éste puede ser utilizado para comunicar emociones, ideas y narrativas. Los coreógrafos se enfrentan al desafío de concebir el espacio no solo como un lugar físico, sino como un recurso que puede ser manipulado y transformado. Se piensa en términos de niveles (bajo, medio, alto), direcciones (hacia adelante, atrás, en diagonal), planos y ejes, buscando siempre cómo estos aspectos pueden contribuir a la intención artística de la obra. La disposición de los bailarines en el espacio, la proximidad o distancia entre ellos y su relación con los límites del escenario son decisiones cuidadosamente consideradas. El espacio entonces, se convierte en un lienzo en el que el coreógrafo dibuja con cuerpos en movimiento.

Cómo se estructura el espacio en la danza.

La estructuración del espacio en la danza está estrechamente ligada a la coreografía. La distribución espacial de los movimientos, la sincronización entre los bailarines y la creación de patrones en el espacio son elementos que estructuran la obra. En una coreografía el espacio puede ser segmentado, dividiendo el escenario en áreas que cada bailarín ocupa y transita de manera específica. A veces esta estructuración sigue patrones geométricos como líneas rectas o círculos, mientras que otras veces puede ser más orgánica o aleatoria, dependiendo de la intención de la pieza. La estructuración también puede implicar el uso de diferentes niveles donde el movimiento no solo se desplaza horizontalmente, sino que también explora alturas y profundidades creando un espacio tridimensional.

Cómo se (re)presenta el espacio en la danza.

La representación del espacio en la danza no se limita a su aspecto físico. Se puede crear la ilusión de un espacio vasto o de un ambiente cerrado, se pueden evocar paisajes, ciudades o incluso espacios abstractos e imaginarios. La danza tiene el poder de transformar un simple escenario en cualquier entorno que la mente pueda concebir. A través del uso de la luz, la escenografía y por supuesto el movimiento, se puede (re)presentar el espacio de formas que desafían la percepción del espectador. Un bailarín moviéndose lentamente en un extremo del escenario puede sugerir distancia o soledad, mientras que un grupo compacto de bailarines moviéndose en conjunto puede evocar un sentido de comunidad o caos. En la danza contemporánea en particular, a menudo se juega con la (re)presentación del espacio de maneras innovadoras a veces rompiendo con la tradición y desafiando las expectativas del público.

El espacio en la danza es un elemento dinámico y multifacético que va más allá de ser simplemente el lugar donde ocurre el movimiento. Se vive y se experimenta a través del cuerpo, se piensa y se estructura cuidadosamente para comunicar y se (re)presenta de maneras que pueden transformar nuestra percepción de la realidad. La interacción entre el cuerpo, el movimiento y el espacio es lo que da vida a la danza, creando una experiencia única tanto para el bailarín como para el espectador. Sin el espacio la danza perdería una de sus dimensiones más ricas y poderosas.


UNA SOLA DANZA NO REPRESENTA A TODO NORTE DE SANTANDER

Por: Trinidad Pacheco Bayona. Hablar de una identidad cultural única en Norte de Santander es un error tan común como preocupante. Este depa...