Por: Trinidad Pacheco Bayona.
En
las noches mágicas de diciembre Colombia solía vibrar al compás de las danzas
navideñas un reflejo de nuestra diversidad cultural y el profundo arraigo de
las celebraciones comunitarias. Estas expresiones artísticas no eran solo
entretenimiento, sino un lenguaje vivo que conectaba generaciones,
transmitiendo historias, valores y alegría en cada movimiento. Sin embargo, en
los últimos años, hemos sido testigos de una preocupante disminución en estas
prácticas. ¿Por qué están desapareciendo nuestras danzas navideñas?
En
gran medida la modernización y globalización han tenido un impacto
significativo. Las nuevas generaciones, influenciadas por la tecnología y las
tendencias globales están perdiendo el interés por las tradiciones locales.
Ahora, en lugar de reunirse en las plazas para bailar bambucos, cumbias o
joropos alusivos a la Navidad, es más común ver a los jóvenes absortos en sus
dispositivos electrónicos o participando en celebraciones desvinculadas de
nuestras raíces culturales.
También
debemos reconocer que el apoyo institucional a estas manifestaciones ha sido
limitado. Las escuelas y casas de cultura, que solían ser semilleros de estas
tradiciones, han reducido sus programas culturales en favor de otras
prioridades. Sin una enseñanza activa, las danzas navideñas quedan relegadas al
olvido.
La
comercialización de la Navidad también ha jugado su papel. Las grandes cadenas
y los eventos masivos se enfocan en espectáculos modernos y en la promoción del
consumo, dejando poco espacio para las representaciones tradicionales que
celebraban el nacimiento del Niño Dios a través de coreografías llenas de
simbolismo y fe.
¿Qué
podemos hacer para evitar que estas danzas desaparezcan por completo? Primero,
es fundamental generar conciencia sobre la importancia de preservar nuestras
tradiciones como parte de nuestra identidad. Esto implica incluirlas en los
programas educativos, incentivando a los niños y jóvenes a aprender y valorar
estas expresiones.
Además,
las autoridades locales pueden desempeñar un papel clave al promover festivales
y concursos de danzas navideñas. Estos eventos no solo revitalizarían las
tradiciones, sino que también podrían convertirse en atractivos turísticos,
beneficiando a las comunidades.
Finalmente,
como ciudadanos debemos asumir la responsabilidad de transmitir estas
tradiciones a nuestras familias. Enseñar un paso de cumbia o un ritmo de
bambuco navideño en las reuniones decembrinas puede marcar la diferencia entre
el olvido y la continuidad.
Las
danzas navideñas son más que movimientos, son el alma de nuestra Navidad, un
espejo de nuestra historia y una celebración de nuestra diversidad.
Recuperarlas es un acto de amor por Colombia y por las generaciones que
vendrán. No dejemos que el brillo fugaz de lo moderno apague la luz eterna de nuestras
tradiciones.
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