miércoles, 18 de diciembre de 2024

EL ESPACIO DANZADO. UN UNIVERSO EN MOVIMIENTO

Por: Trinidad Pacheco Bayona.

El espacio en su concepción más tradicional, nos remite a la arquitectura, a las artes plásticas, incluso al ámbito acústico, como bien señala Glenn Albrecht. Sin embargo cuando hablamos de danza nos adentramos en una dimensión espacial completamente distinta, una que escapa a las categorizaciones convencionales. La danza no se limita a ser un cuadro en movimiento, una mera animación dentro de un marco preexistente. Su esencia reside en la creación de un espacio propio, efímero y visceral, que emerge del cuerpo y su interacción con el entorno.

Este espacio danzado no es el espacio de la plástica, estático y bidimensional, ni tampoco el del teatro, con su tramoya y escenografía preestablecidas. Es un espacio que se construye a cada instante, moldeado por la energía y la singularidad de los cuerpos en movimiento. Son los bailarines con sus gestos, desplazamientos y relaciones quienes tejen este universo paralelo, un territorio imaginario que cobra vida a través de la acción.

El cuerpo en la danza se convierte en un agente transformador del espacio. No se limita a ocuparlo, sino que lo crea, lo redefine, lo cuestiona. Cada movimiento, cada giro, cada salto, es una pincelada que dibuja nuevas coordenadas, nuevas perspectivas. El espacio danzado es un espacio vivo, dinámico en constante metamorfosis.

En este sentido, la danza despliega un poder de ordenación, concretización y, al mismo tiempo

de cuestionamiento espacial. Ordena el caos potencial del vacío, concretiza una visión, una emoción, una narrativa, a través del lenguaje corporal y cuestiona las nociones preestablecidas del espacio, abriendo nuevas posibilidades de percepción y experiencia.

La verdadera magia de la danza reside en su capacidad de hacer nacer algo diferente un mundo propio a partir de la energía del movimiento. En ese terreno imaginario que se despliega entre los cuerpos, surge una realidad única una que solo existe en el instante de la ejecución, una que se desvanece con el último movimiento dejando una huella imborrable en la memoria.

El espacio danzado, en definitiva, es un espacio de creación pura un universo en constante expansión, donde el cuerpo se convierte en el principal arquitecto, constructor y habitante. Es un espacio que nos invita a sentir, a vibrar, a conectar con lo más profundo de nuestra humanidad, recordándonos que el movimiento es la esencia misma de la vida.

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