Por: Trinidad Pacheco Bayona
A
medida que avanzo por las montañas, respiro profundamente, inhalo el aire
fresco del Catatumbo y me concentro en las instrucciones de seguridad. “No
fijes la mirada en quienes se cruzan en el camino, quítate el casco al pasar
por ciertos lugares, y si te piden parar, simplemente para,” me repito,
consciente de que estos códigos son tanto una guía de respeto como una
invitación a la cautela. En cada curva la majestuosidad del paisaje me hace
sentir pequeño, pero también afortunado de vivir esta experiencia.
Al
llegar a Convención una densa atmósfera me recibe. Hay una tensión palpable,
una sensación de alerta y vigilancia que impregna el aire y parece adherirse a
cada mirada. La comunidad está marcada por recientes sucesos, y aunque todo
parece tranquilo, se percibe el peso de una precaución constante.
Al
encontrarme con los agentes culturales, sin embargo, un cambio positivo y
profundo se abre paso. Sus rostros aun cargados con la realidad de su entorno,
reflejan algo que trasciende las circunstancias: un compromiso inquebrantable y
una energía que ni las tensiones ni las sombras pueden opacar. Su disposición
es un acto de resistencia en sí mismo. A pesar de las dificultades, estos
hombres y mujeres están aquí listos para continuar transmitiendo su amor por el
arte y su mensaje de esperanza.
Durante
el encuentro, conversamos sobre el poder transformador del arte y cómo en
contextos difíciles, el Aprendizaje Basado en Problemas (ABP) puede actuar como
un refugio, un puente hacia la paz y el entendimiento. Los agentes culturales
con sus palabras sinceras y sus voces marcadas por la experiencia, me relatan
cómo el arte, en sus múltiples formas, ha servido de bálsamo para sus
estudiantes, un canal para expresar lo que muchas veces el silencio de estas
montañas no permite decir. En este espacio de creatividad y aprendizaje, el
arte se convierte en el lenguaje que todos entienden un lenguaje de resistencia
y resiliencia.
A
medida que compartimos experiencias algo en mí cambia. Veo el arte como lo que
es aquí, más que una expresión, una fuerza de vida. Concluimos el encuentro
entre palabras de gratitud y compromiso. Agradezco a los agentes culturales y a
la comunidad de Convención que a pesar de las dificultades, nos ha recibido con
los brazos abiertos.
Al
despedirme y emprender el regreso, me invade una convicción renovada: en este
territorio el arte es mucho más que una herramienta pedagógica; es una forma de
resistencia y esperanza, una luz que se mantiene encendida aun en los días más
oscuros.
Gracias profe Trinidad por este hermoso artículo de nuestro municipio,son letras que hablan desde el corazón,una reflexión valiosa sobre el poder que tiene el arte en esta región puerta del catatumbo y en la cual cada uno de estos pequeños y grandes artistas expresan sus emociones en un territorio que sueña con la Paz duradera.
ResponderEliminarExcelente artículo profe Trinidad , desde su punto de vista ha vivenciado en carne propia lo que es este hermoso municipio con un profundo amor por el arte y la enseñanza , cada persona que lo habita es un reflejo de la cultura convencionista , aunque han sucedido eventualidades que pueden hacer perder la esperanza en lograr conseguir La Paz , seguimos siendo resilientes para enfrentar estas situaciones de la mejor forma y que de esta manera todo se pueda reconstruir de una manera pacífica y adecuada para conseguir la
ResponderEliminarPaz que tanto anhelamos.