Jorge Torres. es un ser humano excepcional, apasionado por la vida y su tierra, Salazar de las Palmas. Escritor incansable, amante de los gatos y las buenas historias, destaca por su habilidad para conversar y hacer de cada encuentro un momento memorable. Así es Jorge Torres.
HABITACIÓN 413.
Debían ser las 10 de la noche cuando llegué al hotel. La tranquilidad era absoluta, ni siquiera el maullar de un gato perturbaba el silencio. Sin embargo, esa paz se desmoronó cuando subí hacia mi piso. Un sonido, un gemido creciente, comenzó a filtrarse por el pasillo. Venía del cuarto 413.
No pude evitarlo; mi curiosidad me ganó. Me detuve frente a la puerta y, cual chismoso, me dejé envolver por aquellos ecos que se escapaban como si las paredes estuvieran hechas de susurros y jadeos. No era solo una batalla de amor, era algo visceral, casi primitivo, como si quienes estaban allí dentro hubiesen olvidado el mundo más allá de esa habitación.
El ruido atravesaba las rendijas de la puerta y las ventanas, transformando la quietud del lugar en un escenario vibrante, una especie de invitación tácita al espectáculo más íntimo que un ser humano puede presenciar. Sin negar lo que sentía, mi propia piel respondió, y el recuerdo de mi amada me envolvió. Cerré los ojos, y en un instante, me transporté a esa misma escena, imaginando cómo sería ser parte de esa danza febril.
La faena no duró mucho, diez minutos tal vez, pero cuando todo se calmó, solo quedó el eco de las respiraciones entrecortadas de dos cuerpos que habían alcanzado las estrellas y volvían lentamente a la tierra, exhaustos pero satisfechos. Su cansancio me arrastró a un sueño profundo, y en ese mundo onírico, algo que no ocurría desde mi adolescencia sucedió: tuve un sueño mojado.
Desperté en una lagunita cálida, un charco de mis propios deseos, con el olor inconfundible de un amor consumado, aunque solo en mi mente.
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