jueves, 27 de marzo de 2025

Columna de Opinión: La Cámara de Comercio de Ocaña y el Carnaval de lo Superficial.

Por: Azucena Delgado Rueda.

Ocaña, una ciudad que respira historia y cultura, hoy se debate entre el asombro y la indignación. Su Cámara de Comercio, entidad que debería ser faro de desarrollo y equidad, se ha convertido en un espectáculo de despropósitos. ¿Qué ha pasado con los 3.700 millones de pesos de presupuesto? ¿En qué agujero negro desaparecieron los recursos que debían impulsar la economía local?

Las ferias en el parque 29 de mayo, antes símbolo de identidad y tradición, ahora son montajes faraónicos donde el derroche opaca el sentido comunitario. Viajes a Medellín bajo el disfraz de “capacitación para emprendedores”, adquisición de vehículos de gama media para “gestión institucional”, eventos sociales con el departamento que más parecen fiestas privadas, y viáticos que se esfuman como agua entre los dedos… Todo esto, mientras los artistas, artesanos y gestores culturales de Ocaña mendigan migajas, ¡si es que les dan!

¿Dónde está el apoyo a quienes tejen la identidad de esta tierra? ¿Qué respuestas hay para las corporaciones y fundaciones culturales que sostienen el alma de Ocaña con proyectos que nadie financia? La Cámara de Comercio, en lugar de ser puente entre el comercio y la cultura, ha levantado un muro de opacidad. Sus acciones, lejos de empoderar, han creado una élite de favorecidos que bailan al ritmo de la discrecionalidad.

Y aquí surge la gran pregunta: ¿por qué callan los creadores? ¿Dónde están las voces que deben exigir transparencia? Los cafés, plazas y talleres, antes espacios de debate, hoy son cementerios de silencios cómplices. ¿Acaso el miedo paraliza? ¿O la resignación ha secuestrado la indignación? Incluso los medios locales, guardianes del derecho a saber, prefieren tapar la olla podrida con elogios vacíos y notas pagadas.

Ocaña merece una Cámara de Comercio que rinda cuentas claras, que invierta en emprendimiento sin convertirlo en negocio de mierda, que apoye a sus artistas no con migajas, sino con políticas serias. Que priorice la transformación económica sobre el glamour efímero.

Que nadie se engañe: este no es un llamado a la confrontación, sino al coraje. Que los ciudadanos exijan auditorías públicas, que los medios abandonen la complicidad y que los artistas, esos guardianes de la memoria, alcen la voz. Porque una institución que nació para servir, no puede seguir siendo un bufet de privilegios.

Eh dicho

viernes, 21 de marzo de 2025

Jorge Torres. es un ser humano excepcional, apasionado por la vida y su tierra, Salazar de las Palmas. Escritor incansable, amante de los gatos y las buenas historias, destaca por su habilidad para conversar y hacer de cada encuentro un momento memorable. Así es Jorge Torres.

HABITACIÓN 413. 

Debían ser las 10 de la noche cuando llegué al hotel. La tranquilidad era absoluta, ni siquiera el maullar de un gato perturbaba el silencio. Sin embargo, esa paz se desmoronó cuando subí hacia mi piso. Un sonido, un gemido creciente, comenzó a filtrarse por el pasillo. Venía del cuarto 413.

No pude evitarlo; mi curiosidad me ganó. Me detuve frente a la puerta y, cual chismoso, me dejé envolver por aquellos ecos que se escapaban como si las paredes estuvieran hechas de susurros y jadeos. No era solo una batalla de amor, era algo visceral, casi primitivo, como si quienes estaban allí dentro hubiesen olvidado el mundo más allá de esa habitación.

El ruido atravesaba las rendijas de la puerta y las ventanas, transformando la quietud del lugar en un escenario vibrante, una especie de invitación tácita al espectáculo más íntimo que un ser humano puede presenciar. Sin negar lo que sentía, mi propia piel respondió, y el recuerdo de mi amada me envolvió. Cerré los ojos, y en un instante, me transporté a esa misma escena, imaginando cómo sería ser parte de esa danza febril.

La faena no duró mucho, diez minutos tal vez, pero cuando todo se calmó, solo quedó el eco de las respiraciones entrecortadas de dos cuerpos que habían alcanzado las estrellas y volvían lentamente a la tierra, exhaustos pero satisfechos. Su cansancio me arrastró a un sueño profundo, y en ese mundo onírico, algo que no ocurría desde mi adolescencia sucedió: tuve un sueño mojado.

Desperté en una lagunita cálida, un charco de mis propios deseos, con el olor inconfundible de un amor consumado, aunque solo en mi mente.



sábado, 8 de marzo de 2025

El espejo roto de la cultura y el silencio de los artistas

Por: Azucena Delgado Rueda.

Hace tiempo, un colega —profesor de arte y alma inquieta— me pregunto que porque decidí clausurar mi columna semanal dedicada al análisis cultural de la región?. Muchos susurraron que era él quien firmaba estas crónicas, pero la verdad es más compleja: escribir sobre arte y cultura se ha convertido en un acto de equilibrio sobre un alambre de espinas. ¿Por qué? Porque la indiferencia de los artistas locales hacia la reflexión crítica y la lectura ha hecho de este ejercicio un monólogo sin eco.

La región, rica en talento y color, parece padecer una contradicción: sus creadores, dueños de egos tan altos como sus obras, rehúyen de la academia y de las páginas escritas. No se trata de elitismo intelectual, sino de un divorcio profundo entre la práctica artística y la construcción teórica. Los artistas, sumidos en una burbuja de autocomplacencia, desconocen que la lectura —esa ventana a otras miradas— podría transformar sus obras en diálogos, no en monólogos. Prefieren el rumor al debate, la anécdota al ensayo, el chisme al concepto. Y así, su arte, aunque técnicamente empañado, carece de raíces en el pensamiento crítico que lo sostenga.

¿Qué sentido tiene escribir, entonces, para un público que no lee? ¿Cómo despertar conciencias si el único interés es el reflejo efímero de las redes sociales o la cháchara de los talleres de café? Lo entendí: ´mi pluma, antes incisiva, se volvió un espejo incómodo. Y los espejos, ya se sabe, rompen cuando muestran verdades incómodas.

Pero he aquí la paradoja: incluso en el desierto, oasis brotan. Algunos artistas —pocos, sí— siguen creyendo en el poder de la palabra y la crítica. Para ellos, este espacio renacerá, no con sermones, sino con sutileza. Se hablará de arte, sí, pero también de los entresijos, las historias que no se cuentan en las galerías, los hilos invisibles que tejen la cultura. Será un homenaje a quienes disfrutan del chisme como pretexto para pensar, para cuestionar, para conectar.

Así, entre líneas y susurros, esta servidora retoma la pluma. No para adoctrinar, sino para recordar que el arte, sin lectura ni crítica, es un jardín sin raíces: hermoso, pero condenado a marchitarse.

Eh dicho.

UNA SOLA DANZA NO REPRESENTA A TODO NORTE DE SANTANDER

Por: Trinidad Pacheco Bayona. Hablar de una identidad cultural única en Norte de Santander es un error tan común como preocupante. Este depa...