Por:
Trinidad Pacheco Bayona
Bajo
una mezcla de expectativas y precauciones me encamino hacia el municipio de
Convención, en el corazón del Catatumbo. Siento el eco de advertencias sobre el
orden público que me han acompañado desde que inicié este trayecto. Mi objetivo
sin embargo me mantiene firme, voy en busca de los agentes culturales para
realizar el esperado encuentro de Aula Grupal. Este espacio, concebido bajo el
programa SINEFAC del Ministerio de Cultura las Artes y los Saberes, busca
nutrir la creatividad y el aprendizaje en esta región, enraizando el arte y los
saberes colombianos en cada rincón del territorio.
A
medida que avanzo por las montañas, respiro profundamente, inhalo el aire
fresco del Catatumbo y me concentro en las instrucciones de seguridad. “No
fijes la mirada en quienes se cruzan en el camino, quítate el casco al pasar
por ciertos lugares, y si te piden parar, simplemente para,” me repito,
consciente de que estos códigos son tanto una guía de respeto como una
invitación a la cautela. En cada curva la majestuosidad del paisaje me hace
sentir pequeño, pero también afortunado de vivir esta experiencia.
Al
llegar a Convención una densa atmósfera me recibe. Hay una tensión palpable,
una sensación de alerta y vigilancia que impregna el aire y parece adherirse a
cada mirada. La comunidad está marcada por recientes sucesos, y aunque todo
parece tranquilo, se percibe el peso de una precaución constante.
Al
encontrarme con los agentes culturales, sin embargo, un cambio positivo y
profundo se abre paso. Sus rostros aun cargados con la realidad de su entorno,
reflejan algo que trasciende las circunstancias: un compromiso inquebrantable y
una energía que ni las tensiones ni las sombras pueden opacar. Su disposición
es un acto de resistencia en sí mismo. A pesar de las dificultades, estos
hombres y mujeres están aquí listos para continuar transmitiendo su amor por el
arte y su mensaje de esperanza.
Durante
el encuentro, conversamos sobre el poder transformador del arte y cómo en
contextos difíciles, el Aprendizaje Basado en Problemas (ABP) puede actuar como
un refugio, un puente hacia la paz y el entendimiento. Los agentes culturales
con sus palabras sinceras y sus voces marcadas por la experiencia, me relatan
cómo el arte, en sus múltiples formas, ha servido de bálsamo para sus
estudiantes, un canal para expresar lo que muchas veces el silencio de estas
montañas no permite decir. En este espacio de creatividad y aprendizaje, el
arte se convierte en el lenguaje que todos entienden un lenguaje de resistencia
y resiliencia.
A
medida que compartimos experiencias algo en mí cambia. Veo el arte como lo que
es aquí, más que una expresión, una fuerza de vida. Concluimos el encuentro
entre palabras de gratitud y compromiso. Agradezco a los agentes culturales y a
la comunidad de Convención que a pesar de las dificultades, nos ha recibido con
los brazos abiertos.
Al
despedirme y emprender el regreso, me invade una convicción renovada: en este
territorio el arte es mucho más que una herramienta pedagógica; es una forma de
resistencia y esperanza, una luz que se mantiene encendida aun en los días más
oscuros.