Por: Trinidad Pacheco Bayona.
Cuando
celebramos el día internacional de la Danza, una fecha que nos invita a
reflexionar sobre este arte universal que conecta culturas, emociones y cuerpos
en movimiento. Sin embargo, me pregunto: ¿los directores del territorio en
Ocaña, una tierra con más de 454 años de historia y tradición, tienen siquiera
un mínimo conocimiento sobre los fundamentos que todo creador de danza debería
dominar? ¿Están conscientes de lo que implica trabajar con esta disciplina
artística tan compleja y rica?
La danza no es solo movimiento; es un lenguaje que exige preparación, sensibilidad y conocimiento profundo. Un verdadero creador de danza debe tener claros varios parámetros esenciales para poder construir propuestas auténticas y respetuosas con las raíces culturales de su entorno. Veamos algunos de ellos: La danza no existe en el vacío. Cada paso, cada gesto está profundamente arraigado en un contexto cultural e histórico específico. En Ocaña, por ejemplo, deberíamos preguntarnos: ¿valoramos nuestra herencia indígena, africana y mestiza en nuestras expresiones dancísticas? ¿Sabemos distinguir entre danza como arte y baile como expresión social? Desde el ballet clásico hasta las danzas folclóricas regionales, cada género tiene sus propias reglas y técnicas. ¿Los líderes culturales de Ocaña conocen estas diferencias? ¿Apoyan iniciativas que promuevan tanto la técnica como la innovación?
El cuerpo es el instrumento principal del bailarín, y cuidarlo es fundamental.
¿Existe algún programa en la región que enseñe anatomía aplicada a la danza?
¿Se fomenta la preparación física adecuada para evitar lesiones?
La relación entre el cuerpo y el espacio es clave en la danza. Una buena
coreografía no es solo una secuencia de pasos, sino una narrativa visual que
comunica emociones e ideas. ¿En Ocaña se apoya la creación de coreografías
originales que cuenten nuestras historias locales? La danza también es
espectáculo. La iluminación, el vestuario, la música y otros elementos
escénicos juegan un papel crucial. ¿Nuestros espacios culturales están
equipados para ofrecer presentaciones de calidad? Este día debería ser una
oportunidad para cuestionarnos: ¿qué estamos haciendo para fortalecer la danza
en nuestra región? ¿Existen programas educativos, festivales o talleres que
promuevan esta disciplina? Y ara reflexionar:
¿Valoramos la danza como una forma
de preservar nuestra identidad cultural? ¿Qué hacemos para garantizar que las
nuevas generaciones tengan acceso a formación dancística de calidad? ¿Cómo
podemos integrar la danza como parte esencial del desarrollo cultural y
turístico de Ocaña?
En
un territorio como Ocaña, donde la historia y la tradición son pilares de
nuestra identidad, la danza debería ser un faro que ilumine nuestro camino
hacia el reconocimiento cultural. Sin embargo, parece que aún falta mucho por
hacer. Nosotros como directores y líderes del territorio debemos asumir un rol
activo en la promoción y el fortalecimiento de esta disciplina. No basta con
aplaudir en una celebración anual; debemos trabajar durante todo el año para
que la danza ocupe el lugar que merece en nuestra sociedad.
Este
Día Internacional de la Danza debe ser un llamado de atención: celebremos sí,
pero con conciencia y compromiso. La danza no es un lujo, es una necesidad
humana que nos conecta con lo más profundo profundo de nosotros mismos y de
nuestras raíces. ¿Estamos listos para asumir ese reto?