Por: Trinidad Pacheco Bayona.
Hablar de una identidad cultural
única en Norte de Santander es un error tan común como preocupante. Este
departamento, conformado por 40 municipios, 108 corregimientos y numerosos
caseríos, es un mosaico de culturas, tradiciones y expresiones que no pueden
reducirse a una sola manifestación artística, especialmente cuando se trata de
la danza.
Es frecuente escuchar, incluso
por parte de algunos directores de danza en la ciudad de Cúcuta, que el bambuco
zapateado representa la identidad dancística de todo el departamento. Esta
afirmación, aunque seguramente bien intencionada, no solo es imprecisa, sino
que desconoce la realidad cultural de regiones como Ocaña y el Catatumbo,
donde, durante mis años de trabajo como educador en danza, no he presenciado ni
una sola representación de bambuco zapateado en eventos culturales
locales.
Este tipo de generalizaciones
invisibiliza las tradiciones propias de cada territorio, y contribuye a una
visión centralista que borra la riqueza y diversidad cultural de nuestro
departamento. No podemos caer en el error de imponer una identidad única, porque
hacerlo es negar las múltiples formas en que los nortesantandereanos sienten,
bailan y celebran su herencia.
Vale la pena reconocer en este
contexto, el trabajo del maestro Juan Becerra, quien en su época universitaria
presentó una valiosa propuesta sobre el bambuco zapateado como parte de
su tesis. Su aporte es significativo, pero debe entenderse como una propuesta
local o regional, no como una verdad universal para todo Norte de Santander.
Con este artículo no pretendo
deslegitimar ninguna expresión dancística. Por el contrario, quiero hacer un
llamado al respeto y al reconocimiento de nuestra pluralidad cultural. Solo a
través del diálogo, la escucha y la inclusión podremos construir una identidad
regional que honre las particularidades de cada rincón de nuestro territorio.